El juego tiene la estructura de un roguelite. Tenemos cada día un bucle en el que haremos un run para conseguir recursos y mejorar nuestro coche. A medida que completamos objetivos podremos descubrir nuevas localizaciones, craftear nuevas herramientas y valiosas piezas para mejorar nuestro coche. ¿Lo peor de todo? Que la radiación deteriora todas estas piezas y tenemos que ir manteniéndolas todo el tiempo.
La mejor forma (y la más peligrosa) de regresar a la base es utilizar los portales de transporte con la energía que recogemos en esferas o puntos de anclaje. Pero cuidado, no es moco de pavo porque hay que llegar al portal en una carrera contrareloj antes de que la tormenta radioactiva termine con todas nuestras esperanzas. Si nos pilla, apareceremos en el taller con una mando delante y otra detrás, perdiendo todo nuestro equipo.