Los videojuegos tienen esa mágica capacidad de despertarnos sentimientos. Unas veces buenos, otras no tanto. Pero muchos consiguen provocarnos sensaciones, en ocasiones, irrepetibles. Hoy vengo con una historia sobre sentimientos. Unos muy especiales.
Quería redactar, a modo de pequeña historia, lo que viví y sentí al jugar por primera vez a uno de mis juegos favoritos de todos los tiempos. Tranquilos hay ningún spoiler. Voy a ser muy sutil. Y los que hayáis jugado, siento si me equivoco con el orden de los sucesos o la exactitud de estos. Quiero hacerlo todo de memoria.
Descubrimiento
Navegando por YouTube, sin un objetivo en concreto, topé con un llamativo vídeo sobre curiosidades de 4chan. Entre las estupideces y barbaridades que se habían cometido en esta web, me topé con un curioso suceso ocurrido hace años, pero que me dejaría cautivado para siempre.
Tiene sus orígenes allá por diciembre del 2000, cuando el autor conocido como Raita publicó un dōjinshi titulado Schuppen Harnische. La clave de esta historia residía en las últimas páginas, donde el dibujante dejaba bocetos sobre un hipotético juego de citas protagonizado por una serie de chicas en un instituto japonés. El detonante del enorme proyecto colaborativo de después se debía a que cada chica poseía una discapacidad.
Esta imagen acabaría en el tablón de anime por enero de 2007, levantando el interés de muchos usuarios de distintas partes del mundo. 20 personas unidas por la pasión de hacer una historia en torno a estas chicas fundaron un pequeño estudio conocido como Four Leaf. Y 5 años de desarrollo después, sin ningún tipo de ánimo de lucro, el videojuego conocido como Katawa Shoujo salió a la luz. De forma gratuita para todo el mundo.
Al mismo tiempo, mi yo de 2015 se topó con algo que no esperaba. Jamás había probado un juego de citas. Creo que ni si quiera sabía en qué consistía eso. Aquella imagen me dejó hipnotizado. Me gustaba el anime a nivel general, pero nunca había imaginado un estereotipo de chica con esas características. Ni si quiera formaba parte de algún fetiche mío. A decir verdad, incluso me echaba para atrás ese concepto en términos de lujuria.
Pero en el mundo del anime más cliché, la mayoría de los personajes se crean siguiendo ciertos patrones para hacerlos atractivos a un público general. Cosa totalmente coherente, nada que criticar aquí. Sin embargo, este elenco juntaba dos conceptos opuestos en apariencia. No dejaban de tener esa esencia de típicas chicas anime, pero el hecho de que sus minusvalías afectasen a su físico o a su forma de interactuar con el mundo hizo que me resultaran más interesantes aún por lo distinto de la propuesta.
No me estaba descargando el juego porque tenía ganas de ligar con ellas. Supongo que ese es el objetivo de muchos juegos de ese estilo. Mi interés se centraba en las historias de las chicas. En como interactuarían con todo el mundo. Y sobre todo, en cómo iba a interactuar yo con ellas.
Empatía
Comienzo una noche de viernes, con mis auriculares puestos y mucho tiempo por delante. El inicio se presenta con una preciosa escena nevada, aunque la situación es algo típica. A nuestro protagonista, Hisao Nakai, se le declara una chica. Una cualquiera, sin contexto. Sencillo, pero directo. Empieza fuerte al menos, pienso yo. Me sentía como un espectador más de la escena de cualquier anime. Relajado. Y ante mis ojos, me engañó.
Hisao amanece hospitalizado. Le revelan que tiene un problema de salud que no le permite hacer ejercicio físico nunca más. O podría morir. Ahora debe medicarse cada día. Y trasladarse a un instituto especial para alumnos con discapacidades. Todo eso en apenas 5 minutos. El protagonista está solo. Ni amigos ni familia con quien hablar. Solo una camilla y sus pensamientos.
Solo en mi silla, mi cabeza se traslada a su situación. Donde en apenas unos segundos, tu vida queda marcada para siempre. Por algo que escapa a tu control. Por algo real, no hay ni un solo ápice de ficción. Tan real que creo que no somos conscientes de ello hasta que la amarga fortuna nos visita. Empatizo al instante con Hisao. Como nunca lo había hecho. Pasa de convertirse en un simple avatar, a la versión de mí mismo en un universo alternativo.
Encuentros
El primer día de universidad es complicado. Nunca sabes dónde está nada y te sientes pequeño e intimidado por los que llevan más tiempo. Hisao está perdido. En el fondo, yo también. No paro de pensar en las diferencias que tendrá esta universidad. La primera diferencia me asalta. El servicio sanitario.
Un médico de la escuela se detiene a hablarme. A darme la bienvenida y un par de consejos. No me gusta. Me pone demasiadas normas y me trata con condescendencia. A Hisao tampoco le gusta. Aunque deduzco que es alguien que te guste o no, tendrás que asumir como parte de tu vida académica.
Primer alumno que conozco. Una chica se tropieza conmigo en el pasillo. Se trata de Emi. De apariencia activa y llena de energía. Que corría gracias a un par de prótesis. Me siento culpable. Muchísimo. Como si le hubiese puesto la zancadilla. Pero ella se disculpa y continua sin más. Sin darle más importancia. Creo que tanto Hisao como yo nos quedamos pensando bastante en eso.
Consigo llegar a mi aula. La 3-3. El profesor me presenta al resto de la clase y la escena cambia a una imagen de todos los alumnos sentados en sus pupitres. Veo una chica morena sin mano derecha. Un chico al fondo con una muleta. Pero quien capta mi atención es una chica de apariencia tímida que se tapa el rostro. Me siento en el único pupitre vacío. Al lado de dos chicas de sencilla apariencia.
Acaba la clase. Las dos chicas de antes vienen a mi mesa y se presentan como Shizune y Misha. Pero la primera realmente no se presenta. Es Misha quien se encarga de la comunicación y de darme la bienvenida. Comprendo entonces que Shizune es sordomuda. Y cuando habla conmigo, utiliza lenguaje de signos que luego Misha pasa a traducir. Por sus gestos y lo que me traduce su intérprete, veo que es una persona orgullosa y decidida. Además de la delegada de clase.
Primer problema. Misha, su intérprete de pelo rosa, no me cae bien. Me atosiga demasiado. Y no sé exactamente si hace traducciones literales de lo que dice Shizune o de lo que yo quiero que le diga. Se me hace complicado. Aunque ella consigue captar mi atención. Tan solo con sus expresiones faciales. Pero la barrera de Misha consigue que me parezca demasiado denso establecer una relación.
Antes o después, ya me queda algo difuso, acabo topándome con una especie de sala de descanso. En ella, una chica de apariencia adulta y pelo rubio nota mi presencia. Con el primer intercambio de frases, caigo en la cuenta de que es ciega. Se llama Lilly. De nuevo, vuelve mi condescendencia. En Hisao y en mí mismo. Me ofrece servirme una taza de té. Ambos, personaje y jugador, tenemos el impulso de ayudarla. De hacerlo nosotros en su lugar. Rechaza el ofrecimiento. Prepara la bebida con suma precisión y nos lo sirve con delicadeza.
Me siento como un niño pequeño. Superado totalmente por la situacion. Paso del trato condescendiente a un trato maduro y respetuoso. La conversación fluye de forma agradable. En mi cabeza, no dejo de pensar en la imagen mental que se estará haciendo de mi. Aunque realmente, que importa, pienso yo. Por primera vez, no hay prejuicios. Y lo importante reside en las palabras. Me quedo con una sensación muy agradable de haberla conocido. Espero conocer más de ella.
De nuevo, sin saber si antes o después de toparme con Lilly, acabo llegando a la sala de dibujo de la escuela. Aunque aparentaba estar vacía, Hisao se da cuenta de que acaba de interrumpir a una alumna en su momento de almuerzo. La escena resulta impactante. Para ambos. Una chica de apariencia sencilla con las mangas atadas, remarcando lo evidente, de gustaba su plato gracias a su habilidad con los pies. Me cuesta un rato adaptarme a la conversación.
Sobre todo, cuando ella tiene un tono irónico y retórico que me hace sentir más culpable todavía. Que haga bromas con sus propios brazos no ayuda. Al mismo tiempo, consigue hacerme reír. Es extraña y distante, pero en el fondo se nota que se divierte metiéndose con Hisao. Su faceta artística era más curiosa todavía. Pero cada vez que la miraba seguían asaltándome dudas de su condición, y volvía ese extraño sentimiento condescendiente que iba a costar eliminarse. Aun así, el resto de los encuentros con ella serán muy divertidos.
El día estaba a punto de terminar. Mi mente estaba agotada de procesar las personas tan distintas que me había encontrado hoy. Sus rostros nublaban mis pensamientos olvidando como había acabado allí. Comenzaba a entrar en este universo. Antes de ir a la residencia de hombres, Hisao decide pasar por la librería. Su afición a la lectura había vuelto gracias a su larga estancia en el hospital. Y allí estaba. Oculta entre los laberínticos pasillos.
La chica de clase. Inmersa en su lectura. Parecía asustada de mi sola presencia. La conversación fue de apenas unas líneas. Pero sería suficiente como para no poder olvidarme de ella. Las marcas de su cara ahora se hacían más evidentes. Trataba de ocultarlo por el cabello, pero allí claramente marcadas había historias de sufrimiento. Historias que no me resultaban tan interesantes como saber más sobre Hanako. Su personalidad tímida y reservada ocultaba un sinfín de cosas divertidas. Cosas que tardaría en descubrir. Pero en ese momento, era lo único que importaba. Al cabo del tiempo, acabó huyendo al no poder seguir la conversación con Hisao.
Decisiones
Pero mi yo de 2015 no estaba siendo consciente de que las decisiones tomadas a lo largo del primer acto me acabarían llevando a vivir la historia de unas de las chicas. Un selector camuflado. Sin darme cuenta, las preguntas respondidas me hacían seguir un laberinto de flechas que no descubriría hasta años más tarde. Aquí fue donde viví uno de los primeros momentos mágicos.
Y es que inconscientemente, todas las respuestas que daba me acabaron por llevar a la historia de Hanako. Pero en ningún momento pensaba que solo iba a vivir una de las historias. Repito, nunca había jugado un juego eroge, y mucho menos había visto cómo funcionaba este. Cuando comenzó a desarrollarse la historia en torno a este personaje yo lo sentí como algo muy real y personal. Como si de alguna forma, mi corazón interesado por saber más de ella me hubiese estado guiando hasta poder vivir la historia que realmente deseaba.
Había entrado a este viaje desconociendo las normas. Años después supe que había varios finales. Que había guías indicando como llegar a ese final perfecto. Lo viví de la forma más personal que se podría, que es atrayéndose totalmente del concepto del videojuego, y tomarlo como algo mayor. Todos los días reflexionaba sobre lo sucedido el finde de semana anterior. Y esperaba ansioso la noche del viernes para volver a verla.
Recuerdo emocionarme. Recuerdo sufrir. Recuerdo llorar. Recuerdo una escena de cama, pero no lo viví como un premio, si no como el resultado de una serie de sentimientos, de dos personas que se quieren y que demuestran su amor. Y me sentía feliz por los dos. En algún momento descubrí el origen de sus marcas. Hoy en día, no lo recuerdo. Porque no es lo importante de Hanako. Pero aún tengo grabadas escenas cotidianas cargadas de sentimiento. Cuando llegué al final, lo desinstalé. Había sido un viaje intenso, que para mí ya estaba completo y cerrado. Hasta llegado el momento, no necesitaría sumergirme de nuevo en este mundo.
Cuando volví a investigar con el juego y descubrir su funcionamiento, entré a ver la ruta de Hanako. Sin saber nada de esto, simplemente llevándome por la historia, resulta que había llegado al final perfecto. Quizá no es ningún logro, o fuese algo evidente, pero recuerdo el momento que lo descubrí y me emocioné todavía más al pensar que la historia que había vivido sin saber cómo, había sido la historia verdadera. Que ese final que tanto me gustaba era el final bueno. Es un detalle menor, quizá. Pero ese detalle sumado a todo el resto de las sensaciones, hizo que guardase el juego en mi corazón para siempre.
Reflexión
Todo esto en sí mismo no lleva a ningún lado. Como dije al principio, quería compartir esta pequeña anécdota personal que me resultó especialmente bonita. De paso, insto a todo el mundo a que pruebe el juego en pc mediante el siguiente enlace o incluso la versión para Android hecha por fans si os viene mejor.
Pero además de esto, repasar esta historia me ha dado pie a una reflexión. Una conclusión que afecta al panorama actual. La diversidad en videojuegos es uno de los temas de actualidad. Cada vez más se empiezan a ver personajes más diversos que son anunciados con mucho renombre. Si bien es cierto, como hemos dicho muchas veces en esta página, que un personaje tenga una orientación o raza determinada no es relevante, si no la historia que trasmita. Pienso que para que exista diversidad real debemos pasar por esta fase.
Por agregar personajes distintos que sus diferencias no sean el motivo principal de su existencia. Poco a poco, será algo más sencillo, haciendo que no sea necesario hacer noticia. Y si queremos historias distintas basadas en esta diversidad, hay que hacerlas bien. Katawa Shoujo es un genial ejemplo de ello. Entiendo que alguien que posea una discapacidad similar se vea identificado. Pero este rasgo realmente no es lo que las hace únicas. Eso sería superficial. Han conseguido usar eso para dar una historia con un nuevo enfoque en donde al final, que no tenga piernas o que sea ciega no es la razón de que sea un buen personaje. Personajes distintos pueden usarse para aportar historias distintas al medio y que todos salgamos beneficiados. No una estrategia de marketing o usarlos como una característica más de tu juego.