"Juego de tronos me dio algo que no esperaba: claustrofobia crónica. Fue horrible: pasé diez horas haciendo el submarino con vino, atada a una mesa con correas de cuero. No podía levantar la cabeza porque sería demasiado obvio que estuviera suelta.
Tras filmar, toda cubierta de zumo de uva, me topé con otros actores que venían de filmar otra cosa, y uno me miró y dijo: 'Tienes suerte, llevo cuatro días arrastrándome entre mierda hasta los codos'".